En marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud expresó su preocupación por los niveles alarmantes de propagación y gravedad del covid-19 y lo catalogó como una pandemia. El mundo cambió y la dinámica de la vida cotidiana de las personas se transformó: fueron implementadas nuevas formas para realizar las actividades diarias, incluyendo el acceso a la educación.
Las condiciones de confinamiento fueron extremas en algunos países; todo se detuvo, las personas no pudieron salir durante mucho tiempo. Las clases presenciales fueron canceladas y las instituciones educativas realizaron esfuerzos importantes para continuar brindando educación por medio de ofertas de educación virtual.
En términos de afrontar esta realidad, se han escuchado diversas experiencias, la mayoría de ellas negativas, en las que se menciona que los aprendizajes de los estudiantes fueron afectados de manera importante. Sin embargo, muchas más demuestran que familias y profesores solucionaron las dificultades de manera exitosa. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, junto con la Asociación Americana de Investigación Educativa, retomó las consecuencias positivas del confinamiento reportadas en algunos de sus países miembros alrededor del mundo.
En cuanto a la experiencia de los alumnos estudiando desde su hogar, durante la primera ola se observó que las posibilidades de contagio eran relativamente bajas. Asimismo, que el trabajo de muchos padres les permitió laborar desde casa y que en general, existió una apreciación positiva de la vida familiar.
Se reflexionó también que las escuelas no son sólo un lugar para aprender, sino también un espacio de interacción social y juego; un lugar para disfrutar de las actividades diarias, recibir apoyo y protegerse del abuso, el daño y la negligencia que afecta a diversos hogares.
Gracias a la imposibilidad de tener clases presenciales, hoy se cuenta con mejor contenido digital y mejores dispositivos. Si no se hubiera tenido que enfrentar la pandemia del covid-19, este cambio podría haber tomado más de 10 años.
Hubo altos niveles de aprendizaje, ya que las clases en línea ayudaron en varias áreas, aunque esto dependió del liderazgo, el apoyo de los padres, el espacio de estudio y las finanzas familiares. Esta modalidad también permitió que los papás se sintieran satisfechos con la continuidad de la educación de sus hijos.
La pandemia es una gran oportunidad para mejorar los planes actuales de estudios y para pensar en cómo construir nuevas habilidades que no habían sido consideradas.