Desde finales de los años sesenta, ya se preguntaban las personas si las máquinas podían pensar o imitar el pensamiento humano. Actualmente, la inteligencia artificial (IA) permite tener asistentes virtuales capaces de realizar predicciones o sostener una conversación sencilla. Existen traductores en diferentes idiomas como, por ejemplo, el sistema operativo llamado Siri, que cada día distingue más fonemas y alófonos que le permiten comprender el habla humana y conversar rudimentariamente. También existen tecnologías capaces de escribir textos, pero ¿son estos comparables con los que escribiría la mente humana? Esta es una pregunta relevante, ya que las habilidades comunicativas pueden ser lingüísticas, discursivas y sociolingüísticas y, en estas últimas, se incluye la capacidad de argumentar (Grabe y Kaplan, citado en Ceneval, 2015). 1 Sin embargo, las máquinas solo transforman información de entrada y, aunque pueden dar la impresión de captar el significado por la extraordinaria potencia con la que transforman datos en tareas, nunca podrán tomar consciencia ni darle significado a lo que están haciendo.
Ahora bien, se están desarrollando tecnologías capaces de reconocer emociones, lo políticamente correcto o los discursos de odio. Del mismo modo, se dice que algunas profesiones pueden llegar a ser automatizadas. Incluso, ahora se puede interactuar con una computadora de una forma más natural y conversacional. El ChatGPT, por ejemplo, responde prácticamente a cualquier pregunta. Cabe señalar que este tipo de chats de acceso público difiere de los de paga. Probablemente, con cada pregunta que le hacemos a la IA le enseñamos a escribir y a “pensar”. Existen chats mucho más capaces, que aprenden según las tareas asignadas que, entre más específicas sean las descripciones proporcionadas, más cercanas están de emitir el resultado deseado.
Con lo anterior, queda al descubierto que tanto internet como las tecnologías de la comunicación son indispensables en nuestras vidas, al grado de que se asegura que el ser humano ya no puede vivir sin ellas; en otras palabras, son herramientas fundamentales para el funcionamiento de la sociedad y el desenvolvimiento del individuo a niveles que no logramos vislumbrar.
Para conocer el texto completo lo invitamos a leer el artículo “Habilidades cognitivas en la escritura e inteligencia artificial. ¿Pueden las máquinas escribir por nosotros?”, en el número 9 de la revista Ceneval Investiga.